Hay días, y Dios sabe que son pocos, en los que no hay demasiado para hacer. Todas las obligaciones quedaron atrás, mas no sea por unos momentos, y tenemos varias horas para pasar con nosotros mismos.
Aquí suele presentarse un dilema: ¿qué hacer? Tenemos tantas cosas postergadas que muchas veces por no saber cómo empezar terminamos aburridos y sin hacer demasiado.
En mi caso en particular, mis gustos son más bien simples, y van desde leer libros y revistas, algún comic quizá, a ver series, películas, sobre todo aquellas que por discrepancias en los gustos, no puedo ver en pareja.
Sin embargo, hay un tercer pasatiempo que es anterior a todos ellos, al menos en cuanto al orden cronológico en el que llegó a mi vida. Se trata ni más ni menos que escuchar música, y que mejor que hacerlo mientras damos un pequeño paseo, una simple caminata si pretensiones, pudiendo tener o no un destino fijo.
Eso es exactamente lo que se me ocurrió hacer hoy, un día de ocio en soledad. Tomé mi Ipod, lo configuré en reproducción aleatoria, y salí a deambular por el barrio de Flores.
No apreté play hasta que la puerta del edificio donde vivo se cerró a mis espaldas. Sonaron los primeros acordes de la versión acústica que Colin Hay hace del clásico Overkill, de su banda ochentosa Men at Work. Con ese ritmo relajado, y perdido en su letra, avancé las primeras cuadras por la Avenida Directorio.
Aún sin rumbo fijo, el random acercó a mis oídos un hit de Paul McCartney & Wings, grabado en vivo por el propio Paul hace pocos años, Mrs. Vanderbilt. Y así el ritmo empezó a aumentar.
Para cuando llegué a Rivera Indarte, doblé y me sorprendió el aroma a jazmín que provenía de la arbolada Bonifacio, al ritmo de Killer Queen, hit de la banda de Freddy Mercury y Brian May.
El destino se hizo visible a medida que me iba acercando a Rivadavia. Sería Yenny, para ver si había algún disco, libro o film interesante (siempre hay algo) que comprar. A todo esto, ya estaba rockeando, con Def Leppard, que tocaba Pour Some Sugar on Me, en exclusiva para mí.
Una vez expuesto al calor, y el constante ir y venir de gente que pululan por la Avenida Rivadavia, los climáticos acordes de Given to Fly, de Pearl Jam, sirvieron para acompañarme las últimas cuadras, hasta llegar a mi destino. Nótese que si bien llegué antes del final de la canción, no entré hasta una vez concluida la misma.
Adentro todo acurrió como siempre. Miré todos los discos y libros que pude, considerando alternativas, deseando tener la posibilidad de realizar compras superiores, etc. Nada que un buen melómano o consumado lector no entienda o haya vivido. La nota graciosa (de esas que sacan una sonrisa, no de las que nos hacen reír a carcajadas) la dieron dos hermanas (una de unos 8 y otra de unos 11 años), que me sacaron de mi concentrada búsqueda de libros interesantes y baratos, mientras se peleaban por cuál de las dos se iba a comprar un libro de historietas de X-Men. Signo de que los tiempos han cambiado bastante desde que yo tuve esa edad.
Una vez afuera, ya con tres libros y un disco nuevos bajo el brazo, volví a colocarme los auriculares, dispuesto a iniciar el camino de retorno. Barbara Ann, con aquellos geniales juegos de voces de los Beach Boys, me guió con su brevedad las primeras cuadras.
Pegadita, llegó un éxito de la década del ochenta, a cargo de la banda The Cure. Me refiero a In Between Days, cuyos sonidos adornaban de la mejor manera las baldosas de la calle Membrillar.
Justo antes de doblar en Juan Bautista Alberdi, aparecieron por primera vez los Beatles, con un tema claramente adelantado a su época, Come Together.
Caminadas varias cuadras, la segunda parada se hizo visible al tomar la calle Bonifacio. Palmeiras, la mejor heladería de Flores, se encuentra enclavada en la esquina de Pedernera y Bonifacio, y es común encontrar grandes colas de gente del barrio. Mientras compraba mi cuarto, me puse alternativo y noventoso, al ritmo de Shady Lane, de los geniales Pavement.
Para concluir mi travesía, y mientras subía con mis compras y mi helado, por la calle Lafuente hacia Directorio, me dejé llevar por la potencia insuflada por el capo del metal Alice Cooper, a través de su No More Mr. Nice Guy, cuyo final se produjo apenas unos metros antes de arribar a mi hogar.
Así concluye esta breve crónica, mientras ejerzo otro de mis pasatiempos, escribir.
sábado, 30 de marzo de 2013
sábado, 16 de marzo de 2013
Siguiendo series
Ya se ha escrito mucho sobre la
crisis de ideas en el cine hollywoodense. La falta de historias originales es
cada vez más clara. En este contexto la industria se ha vuelto hacia sí misma (realizando
remakes, secuelas, precuelas o spin-offs), o hacia otras disciplinas de la
cultura (tomando ideas de la literatura o del comic).
Por suerte, ante esta situación
la televisión propuso una solución. Las series no solo han ido ganando público,
sino calidad en la producción, pero sobre todo en las historias abordadas, de
una variedad que hace mucho no se ve en la gran pantalla. Así, desde hace casi
diez años figuras importantes del cine se han ido volcando a la pantalla chica.
Ejemplos sobran, baste mencionar actores como Kevin Bacon, Glenn Close, James
Caan, Jean Reno, Dennis Quaid, Martin Sheen, Kiefer Sutherland, entre muchos otros que ven en la TV oportunidades
que antes no estaban presentes.
Así de un tiempo a esta parte se
ha vuelto muy común seguir series regularmente, sin perderse ni un capítulo.
Quizá este fenómeno haya sido inaugurado en forma masiva por Lost, la serie de
J.J. Abrams que cambió no solo la manera de realizar las series, sino la manera
de verlas.
Hoy por hoy resultan de lo más
normal las charlas entre amigos sobre tal o cual episodio de nuestras series
favoritas, y las recomendaciones sobre que show seguir a continuación. Porque
la variedad es tan grande que hay productos atractivos para todo tipo de
público, y es probable que en una reunión de cinco amigos haya más de cinco series
de las que hablar.
Ante este rico presente, surge un
problema, inexistente en otras épocas. Puede pasar que la cantidad de series
que vemos sea tan grande, que nos cueste seguirlas, recordar que capítulo nos
toca ver o lo que pasó en el episodio anterior. Para esta problemática ya hay
varias herramientas pululando en la web, de las cuales hoy voy a recomendar
una. Se trata de la página www.sidereel.com,
en la cual luego de registrate podes buscar y seleccionar todas y cada una de
las series que seguís, y llevar un control de los capítulos que ya viste y de
los que te faltan por ver.
La base de datos es muy amplia y
se pueden encontrar shows de todos los tiempos. Además brinda información sobre
nuevos programas o sobre los que finalizaran, o serán cancelados al concluir la
temporada vigente.
A mi, que sigo varios programas,
algunos viejos (como Star Trek: The Next Generation o Sliders) y otros nuevos
(Boardwalk Empire, Arrow, Sherlock, The Walking Dead o The Following), me
resulta de gran utilidad, incluso para poner “en la cola” a otras series que
quiero ver en el futuro. Espero que el ocasional lector también le encuentre
uso, y que siga disfrutando de las series, que a esta altura son casi una
adicción.
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