jueves, 31 de marzo de 2011

Cuestión de Género

El camino que, a la luz de los últimos estrenos, parece estar tomando el cine argentino luce, por lo menos, esperanzador. Cuando ya nos habíamos resignado al sentimentalismo soft de Campanella (exclúyase de esta definición a El Secreto de sus Ojos, basada en el libro del gran Eduardo Sacheri), y a las comedias (a veces) románticas de Suar, sin que nos diéramos cuenta un par de películas (porque efectivamente son dos) impensadas para el circuito comercial, se colaron entre tanto estreno hollywoodense.
Me refiero específicamente a Sudor Frío y Fase 7, ambas estrenadas en los últimos meses, y que si bien son muy diferentes entre si, tienen algo en común. No es mi intención hacer una crítica cinematográfica, más teniendo en cuenta que no he visto la primera de ellas, sino algunas simples observaciones.
Ambos films, decía anteriormente, tienen una característica común; y es que son los dos películas de género (el primero de terror, el segundo de ciencia ficción). Es justamente esto lo que los distingue del resto, no porque en el país durante los últimos años no se hayan hecho cintas de este tipo (basta con ver las realizaciones de Farsa Producciones), sino porque éstas en su gran mayoría (casi totalidad podríamos decir) no tenían la posibilidad de ser estrenadas en el circuito comercial.
Fase 7 es una gran película, distinta de cualquier film de este tipo realizado en el país. No solo se sostiene por su historia, que nos muestra la vida (entre macabra y divertida) de los vecinos de un edificio en cuarentena por una enfermedad mortal que ataca al mundo entero, sino por las buenas actuaciones de Daniel Hendler, Yayo (grata sorpresa), Federico Luppi y Jazmín Stuart, y por sobre todas las cosas, por su excelente guión, que refleja con gran realismo las relaciones de pareja y logra divertirnos hasta en los momentos de mayor tensión. La estética Clase B de algunas de sus escenas, lejos de jugarle en contra, anota otro punto a su favor.
Ante esta oferta renovada de películas, el público respondió asistiendo a las salas, dando una muestra de que no solo quiere ver comedias y drama, sino todo tipo de géneros. Puedo pecar de optimista, pero espero que a partir de ahora se abran las puertas a nuevos tipos de realizaciones cinematográficas nacionales, y el cine de género haya llegado para quedarse. Porque no hay nada mejor que tener un amplio menú a la hora de elegir que peli ir a ver al cine.   

jueves, 24 de marzo de 2011

Una feria diferente

El sábado y domingo pasados se realizó la tercer edición de la Feria Internacional de Coleccionismo Discográfico de Buenos Aires. El evento congrega durante un fin de semana a miles de melómanos y coleccionistas de la ciudad y alrededores. Además de puestos con discos y cds importados de distintas disquerías de Buenos Aires, tienen lugar subastas de objetos de colección.
Esta tercer edición de la feria fue atípica por varias razones. Por un lado, se mudo de sede. Ya no fue cobijada por los pabellones de Costa Salguero, como en las dos oportunidades anteriores, sino que se realizó en el Centro Cultural Borges. Según el argumento oficial, el cambio se produjo para mejorar el acceso al evento y que mayor cantidad de gente pueda concurrir. Lo cierto es que también sufrió una sensible reducción en su tamaño. Por el otro, se adelanto varios meses. Las anteriores fueron realizadas entre los meses de agosto y septiembre, y no en marzo como ahora.
Como todos los años asistí con uno de mis hermanos, y esta vez, acompañados por un amigo. Para nuestro agrado, encontramos la feria mucho mejor surtida que el año pasado (por lo menos de acuerdo a nuestro particular gusto musical). Ya en el primer stand compramos algunos cds. Con respecto a otros años, los precios han aumentado en general, llegando en numerosos casos a superar los $100 o $200 (no hace falta aclarar que nuestras adquisiciones, salvo alguna rara excepción, se mantuvieron alejadas de dichos montos). Obviamente nuestros bolsillos acusaron el golpe, y tuvimos que restringir las compras. Si tuviera que armar el ranking de los puestos más caros, seguramente estaría encabezado por el stand de Quique Prosen (director artístico de la Rock and Pop), cuyas ediciones japonesas no bajaban de los u$s50, seguido de cerca por Rock 'N Freud (disquería de Palermo), cuyas nuevas ediciones de discos clásicos de los '60 y '70 partían de los $100. Afortunadamente, todavía se encuentran grandes oportunidades a buen precio y si se busca con mayor detenimiento no es necesario gastar fortunas (había cds usados en muy buen estado).
Este año mi objetivo principal era comprar algunos vinilos, ya que hace unos meses conseguí una bandeja giradiscos y quería tener algún disco clásico. De más está decir que dicho objetivo se vio frustrado, ya que los precios eran demasiado elevados (prohibitivos en ciertos casos). Para un disco nuevo el piso era de $200, para los usados en buen estado $150/$180, y para los usados en mal estado no daban ganas de invertir los $60/$80 necesarios.
Así y todo, el saldo de la feria fue positivo. Tanto yo, como mi hermano y mi amigo, conseguimos cds que hacía tiempo estábamos buscando; y nos fuimos contentos, con los morrales llenos y los bolsillos vacíos. Habrá que esperar un año para volvernos a encontrar en la siguiente edición de la Feria, hasta entonces las billeteras descansan.
Les dejo la lista de mis adquisiciones, por si algún curioso que aún no los ha escuchado, quiere investigar un poco:
Buffalo Springfield - Buffalo Springfield Again (1967)
The Incredible String Band - The Hangman's Beautiful Daughter (1968)
Fleet Foxes - Fleet Foxes (2008)
Return to Forever - Romantic Warrior (1976)
King Crimson - Islands (1971)
Wilco - Being There (1996)

sábado, 19 de marzo de 2011

La realidad mágica de Gabo

Empecé a leer a García Márquez por Cien años de soledad, que es lo mismo que arrancar a escuchar Deep Purple por Machine Head. La historia de la familia Buendía en Macondo, a través de distintas generaciones, es una de los grandes hitos culturales del siglo pasado (fue publicada por primera vez en Buenos Aires en 1967), en el que García Márquez nos muestra un universo en el que las leyes de la naturaleza y de la física son sensiblemente desafiadas, una suerte de novela surrealista, o como se le ha dado en llamar: Realismo Mágico.
Arrancar por el libro más reconocido y premiado de un escritor puede llegar a ser una trampa, ya que no se puede pretender que mantenga el mismo nivel de excelencia en toda su obra. Sin embargo, basta con leer cualquier otro libro de su bibliografía (algunos mejor que otros) para desterrar este prejuicio y darse cuenta que se está ante un gran autor, que tiene bien merecido el  Nobel de literatura recibido en 1982.
Entre otros, deben considerarse obras como El amor en los tiempos de cólera (de 1985), en la que justamente se relata la historia de amor (nunca sencilla) de Fermina Daza y Florentino Ariza a través de los años; Crónica de una muerte anunciada (1981), una nouvelle, en la que el escritor nos sumerge en el relato del último día de vida de Santiago Nasar, quien va a ser víctima de un asesinato del que está al tanto casi la totalidad del pueblo en el que vive; El otoño del patriarca (1975), que está escrito como si fuera un monólogo, con largos párrafos y escases de signos de puntuación, y en el que refleja la vejez de un dictador latinoamericano en un país ficticio a orillas del mar.
Algo que es común a toda su obra, y por lo cual nadie debería dejar de leerlo (al menos alguna de sus novelas), es la capacidad de García Márquez para sumergirnos en pueblos latinoamericanos ficticios de tiempos distantes, a orillas de algún mar o río, con sus compañías plataneras, y complejos entramados de relaciones sociales, en lo que no todo es lo que parece ni como parece, y siempre hay lugar para las sorpresas. Razones más que suficientes para iniciarse en el descubrimiento de los mundos (casi) fantásticos, pero tan cercanos a las desventuras latinoamericanas, de este gran autor.  

sábado, 12 de marzo de 2011

Transportando Rock

El rock y los medios de transporte han estado relacionados desde el comienzo del género. Bien es sabido que entre las distintas temáticas que abarcan sus letras, el reflejo de los avatares de la vida cotidiana es una de ellas; y es allí donde encontramos mayores referencias al transporte. La propuesta es ir recorriendo algunos ejemplos, sin pretender agotar el tema.
El clásico álbum de 1965 Rubber Soul, de los Beatles comienza con un tema de Paul McCartney llamado Drive My Car (Maneja mi Auto). La canción relata la historia de una chica que quiere ser famosa y le propone al narrador que sea su chofer, prometiéndole que quizá lo querrá. Finalmente la mujer en cuestión confiesa que no tiene auto, pero que teniendo quien lo maneje ya es un comienzo. El propio Paul ha descrito la canción como un eufemismo para referirse al sexo y como un número de comedia. De lo se puede estar seguros es que se trata de un gran tema de rock.
Otra gran composición data del año 1972, le pertenece a Deep Purple y está incluida en su larga duración Machine Head. Me refiero a Highway Star (Estrella del Camino), en la que el relator comienza diciendo que nadie va a poder vencer a su auto, ya que romperá la barrera del sonido, definiéndolo como una maquina asesina. Todo para terminar afirmando en el estribillo "soy una estrella del camino". El tema se convirtió en un gran clásico del Hard Rock, siendo uno de los fundamentales en cada recital de la banda, con sendos solos de guitarra y teclado (este última inspirado en Bach).
Hay bandas que le deben su nombre a medios de transporte. Led Zeppelin es una de ellas. Cuenta la historia que Keith Moon, baterista de The Who, en una sesión de grabación de un tema de Jeff Beck, de la que participaba junto a Jimmy Page y John Paul Jones, entre otros, les dijo que la banda se hundiría como un "Zeppelin de Plomo" (plomo en ingles es Lead, luego se acortó a Led). De ahí surgió la idea para el nombre de esta gran banda de rock ingles.
Si nos referimos al rock local, encontramos varios ejemplos en la discografía de Riff. Uno de los más representativos es Sube a mi Voiture (del larga duración Zona de Nadie, editado en 1992), en el que un hombre no entiende por qué su amada prefiere subir a cualquier Mercedes Benz sin mirar de quien se trata, suplicándole que se suba a su Voiture y se olvide de lo demás. Entre otras referencias a los transportes, la banda tiene un tema denominado Susy Cadillac, en el que cuenta la historia de Susy, que se divierte viajando en Cadillac y mientras te lleva donde tu mente no va. Pappo, en su carrera solista, también tiene varias canciones que vienen al caso, como por ejemplo Tren Azul o Auto Rojo.
Otro gran tema, data del año 1978 y pertenece al disco debut de Serú Giran, la gran banda argentina integrada por Charly García, David Lebón, Pedro Aznar y Oscar Moro. Me refiero a Autos, Jets, Aviones, Barcos, que con su corta letra hace referencia a una situación que vivía el país en tiempos de la última dictadura militar, en la que el éxodo (forzado) de compatriotas era moneda corriente. Así la estrofa de la canción reza "Autos, jets, aviones, barcos/se está yendo todo el mundo/ves como la Cruz del Sur/está cambiando de rumbo?/Por el Ecuador y el trópico/el sol, saluda nuevos vagabundos/porque en tierra nadie queda/la verdad que se está yendo todo el mundo".
Así se pueden encontrar numerosas referencias a trenes en temas de Divididos, como por ejemplo en Paisano de Hurlingham, o Alma de Budín, en temas de la Mancha de Rolando como Mago de la Lluvia (Ese Tren), de Árbol como Trenes, Camiones y Tractores. Los Guns cuentan en su discografía con un gran tema denominado Night Train (Tren Nocturno), Queen aporta I'm in Love with my Car (Estoy Enamorado de mi Auto). Y podría citar mil ejemplos más.
Los medios de transporte presentes en las letras de rock se han utilizado de forma literal y también metafóricamente para describir distintas situaciones, y sobre todas las cosas han contribuido a inspirar muchas de esas canciones que tanto nos gustan.

sábado, 5 de marzo de 2011

La Ansiedad al Poder

Hace unos días comencé a cuestionarme la manera en que vivimos. Específicamente me preguntaba el por qué de tantas urgencias. Cabe aclarar que cuando digo urgencias no me estoy refiriendo al ámbito de la salud, sino a la actitud de impaciencia que tenemos los habitantes de esta ciudad (y me circunscribo a sus límites porque siempre he vivido en ella) ante las manifestaciones cotidianas de la vida.
Basta que ponga algunos simples ejemplos para que el lector pueda sentirse identificado con varios de ellos. Cuando el peatón cruza la calle con el semáforo en verde, cuando el conductor pasa un semáforo en rojo, cuando se protesta porque el transporte público demora más de dos minutos en llegar, cuando un jefe le exige a sus subordinados las cosas para ayer, es la impaciencia la que nos domina.
Este conjunto de pequeñas situaciones, sumadas a otras de mayor envergadura, es el que me lleva a pensar que la ansiedad ha tomado la ciudad por asalto. Ansiedad que se refleja claramente en ricos y pobres, gobernantes y gobernados, en los medios de comunicación, en las calles y en las oficinas, en definitiva, en todos los ámbitos en los que participamos. Hemos llegado a tal punto en que se podría afirmar que la paciencia es un bien escaso.
Hay muchos factores que influyen en la aparición de este fenómeno. El aceleramiento de la vida moderna, el acceso casi inmediato a la información a través de internet, entre otros, favorecen al destierro de la paciencia.
Podría afirmar que nos encontramos inmersos en la Era de la Inmediatez, en la cual la velocidad prima sobre la calidad (consultamos Wikipedia porque es el primer resultado que nos devuelve el buscador aún sabiendo que la información no es del todo confiable), y en la que valores que antaño eran importantes hoy han pasado a ser despreciados.
Obviamente el reinado de la ansiedad trae aparejadas nocivas consecuencias para la salud de sus súbditos. Basta con observar los aumentos de casos de stress, ataques de pánico, cansancio crónico, entre otros problemas físicos y mentales, para comprobarlo.
En definitiva, lo importante es que cada uno de nosotros hagamos el esfuerzo de reflexionar sobre nuestra manera de vivir y nos preguntemos seriamente: ¿Es ésta la vida que quiero llevar? ¿Estoy conforme con mi calidad de vida? Hay miles de variables que influyen en la respuesta que cada uno encuentre para dichos interrogantes, pero seguramente la ansiedad (propia y ajena) estará entre ellas.