jueves, 28 de abril de 2011

A soñar un rato

El lunes pasado me levanté a las 7 de la mañana, como todos los días en que tengo que ir a trabajar, con la absoluta certeza de que podía recordar de manera completa un sueño que había tenido la noche anterior. No es algo que suela pasar, o por lo menos no de manera completa, en general puedo recordar fragmentos aislados, y los olvido pronto.
Me pasa algo raro con los sueños, los considero misteriosos, mensajes de nuestro inconsciente que vienen encriptados (para qué vamos a obtener todas las respuestas de manera sencilla, ¿no?). Siempre trato de buscar su significado oculto, aunque pocas veces (por no decir casi nunca) he tenido éxito en ese cometido.
No sé si a la mayoría de la gente le pasará, pero a la hora de soñar las reglas de mi realidad cotidiana cambian, se transforman, se mezclan y entrelazan a piacere. Por ejemplo, al soñar con una persona que conozco, muchas veces su imagen es distinta de la real (e incluso puede ir variando con el devenir del sueño), y el contexto en el que se encuentra es completamente diferente al habitual. Claro que esto nunca se da de manera consciente, con lo cual, el resultado suele ser imprevisible y en muchos casos asombroso. Si tuviera que relacionar a mis sueños (o por lo menos a una porción de ellos) con algún género literario o cinematográfico, diría que son de Ciencia Ficción.
En varias oportunidades he tenido pesadillas (creo que nadie está exento de tenerlas). Sin embargo, muy a menudo sucede que en la mitad de la misma, o en uno de sus momentos de mayor tensión, de alguna manera tomo conciencia de que eso que creo estar viviendo, y es dramático, no es más que un simple sueño. Lo he comentado en varias oportunidades y me han dicho que a eso se lo llama sueños lúcidos.
Entre tantas dudas y preguntas que ellos nos pueden generar, los sueños nos ofrecen la posibilidad de vivir noche a noche realidades imposibles, crear lugares inexistentes y situaciones inimaginables. Quizá, más allá de buscarles un significado, lo que debemos hacer es disfrutarlos, compartirlos y agradecer que los tengamos.

¿No querés contarme alguno?

jueves, 21 de abril de 2011

Simplemente música

En la actualidad la industria discográfica sufre una crisis relacionada con la caducidad del soporte físico, siendo los formatos digitales los reyes del momento. Si nos situamos 15 años en el pasado, el CD estaba en pleno auge, y obras de todo tipo y duración veían la luz. 30 años atrás, la estrella era el long play, disco de vinilo de mayor calidad que el CD, pero con limitaciones de espacio (20 minutos por lado aproximadamente).
Alejándonos aún más del presente, y situándonos a mediados de la década del '60, descubriremos que el motor de la industria era el simple (disco de vinilo que contenía una canción de cada lado). Esa era la unidad de venta y promoción de los distintos artistas, siendo el long play un accesorio, destinado a los individuos más fanáticos de cada una de las bandas.
Por esta razón el simple era una parada obligada para cada banda antes y después de sacar un long play. Y aquí llegamos al punto central de discusión. Hay grandes temas de nuestras bandas favoritas de aquella época que fueron editados en un simple y no forman parte de ningún larga duración, limitándose en algunos casos a aparecer en recopilaciones posteriores.
Ejemplos de esta situación hay demasiados, sin embargo, nos vamos a quedar solo con algunos de ellos. Una banda que comenzó a forjar su fama a través de los simples fue The Beatles. Canciones inolvidables como She loves you, I want to hold your hand, We can work it out, y Hey Jude, solo por citar algunos ejemplos, fueron editadas exclusivamente como sencillos. La misma suerte corrieron los temas As tears go by, Jumpin' Jack Flash y Honky tonk women de The Rolling Stones; Substitute, Pictures of Lily, Magic Bus y The Seeker de los ingleses de The Who; y Arnold Layne y See Emily play del Pink Floyd de Syd Barrett. En otros casos las canciones editadas en forma individual luego eran incluidas en algún LP de la banda pero en distinta versión. Tal es el caso de Lola, la gran canción de The Kinks, editada a mediados de 1970, y que formaba parte, con algunas variaciones en su letra, del disco Lola versus Powerman and the Moneygoround, part one.   
Al acercarnos a la década del '70, la música se fue haciendo cada vez más compleja, aparecieron las óperas rock, y los discos conceptuales, surgieron bandas (como el caso de Led Zeppelin) a las que el formato simple no les agradaba, todos factores que contribuyeron a que el long play ganará terreno y se convirtiera en el nuevo propulsor de la industria.
Sin embargo, el single nunca fue abandonado del todo. Sigue siendo utilizado como mecanismo de promoción de discos, incluyendo en su lado B rarezas o temas en vivo. Lo que sucedió fue una inversión de prioridades, dejando el simple de ser protagonista para convertirse en un complemento del LP primero y luego del CD. A pesar de haber perdido terreno, aún podemos encontrar ejemplos contemporáneos de obras de gran calidad que solo fueron editas en este formato. Tal es el caso del hit de 1994 de la banda de Brit Pop Oasis, Whatever (recientemente utilizado para una publicidad de la gaseosa cola de etiqueta roja).

jueves, 14 de abril de 2011

El equipo de Ramón

A lo largo de los más de 80 años de historia del profesionalismo en nuestro país, ha habido grandes equipos que por diferentes razones (principalmente títulos y buen juego o funcionamiento) han quedado en la memoria de los amantes del futbol. La idea es ir recordando de a poco a esos equipos, sus jugadores, los partido memorables, sus hazañas, etc.
Como no podía ser de otra manera, tratándose de quien escribe, comenzaremos con uno de los mejores equipos de los últimos 20 años: el River de Ramón Ángel Díaz.
Era mediados de 1995, los años de éxitos locales de la mano de Passarella y el campeonato invicto con Gallego habían quedado atrás, el último torneo había sido un fracaso de la mano de Babington y el millonario necesitaba un nuevo impulso. Lo que en un primer momento se suponía un refuerzo de experiencia, termino convirtiéndose en el nuevo entrenador del equipo, un Ramón de 35 años, sin experiencia como técnico pero idolatrado como jugador de la banda. Si bien los comienzos fueron complicados, el riojano pronto le encontraría la mano al equipo.
La exitosa campaña comenzó el primer semestre del '96. Mientras se naufragaba nuevamente en el torneo local (gol de mitad de cancha de Chilavert incluído), la Copa Libertadores de América cada vez parecía más cercana. River se clasifico puntero cómodo en un grupo que compartía con San Lorenzo (equipo con el que se cruzaría nuevamente en cuartos de final) y Minerven y Caracas, ambos de Venezuela.
En octavos derrotó al Sporting Cristal de Perú, jugando uno de los mejores partidos del certamen (5 a 2 en el Monumental, con un gran gol de Crespo de chilena). En semis tuvo un duro choque con la U de Chile de Leo Rodríguez y Marcelo Salas, y en la final, al igual que en el '86, tuvo que verse la cara con el América de Cali.
El equipo demostró pasajes de gran juego, y otros en los que el carácter se impuso para superar momentos decisivos. La formación base fue: Germán Burgos; Hernán Díaz, Celso Ayala, Guillermo Rivarola, Juan Pablo Sorín; Matías Almeyda, Leonardo Astrada, Gabriel Cedrés; Ariel Ortega; Enzo Francescoli y Hernán Crespo (goleador con 10 tantos), también participaron Escudero, Juan Gomez, Amato, Gallardo, Altamirano, entre otros.
Para afrontar el torneo apertura '96 el plantel sufrió grandes cambios, muchas bajas y varias altas. Se fueron Almeyda, Corti, Juan Gomez, Amato, Cedrés (paso a Boca ganándose el odio de los hinchas), y Crespo. Pero llegaron Roberto Bonano, Eduardo Berizzo, Monserrat, Berti, Cruz y Salas. El equipo base era: Bonano/Burgos; H. Díaz, C. Ayala, E. Berizzo, J. Sorín; R. Monserrat, L. Astrada, S. Berti; A. Ortega; E. Francescoli y J. Cruz (goleador del equipo con 10 tantos), también tuvieron una participación destacada Altamirano, Rivarola, Lombardi, Escudero, Gancedo, Gallardo, Solari, y Salas. River tuvo momentos de alto vuelo creativo, cuyo punto culminante fue la victoria 5 a 2 sobre Rosario Central en Arroyito, el 4 a 0 contra San Lorenzo y el 5 a 1 ante Ferro, y se convirtió en el justo campeón del torneo, sacándole 9 puntos de ventaja a sus perseguidores directos (Independiente y Lanús). Como punto negativo vale mencionar la derrota 1 a 0 ante la Juventus en la Copa Intercontinental.
El éxito continuó en el Clausura '97, alcanzando River Plate un (hasta ese momento) bicampeonato. El plantel no cambio demasiado esta vez, pero tuvo una baja fundamental: Ariel Ortega se iba al Valencia. También abandonaron el equipo Rivarola, y Cruz que se fue a Holanda a mitad del torneo. El refuerzo más importante fue Roberto Trotta. El equipo base fue similar al del torneo anterior, excepto que Salas tuvo mayor participación que Cruz en el ataque, y Gallardo paso a ser el enganche titular ante la ausencia de Ortega, además de los titulares participaron Trotta, Altamirano, Solari, Gancedo, Escudero, Maisterra, Medina Bello y Villalba. El goleador del equipo fue Francescoli con 12 tantos. La diferencia con los segundos (Colon y Newell's) fue de 6 puntos. Los partidos más destacados fueron el 4 a 0 a Unión, y el 3 a 3 con Boca luego de ir perdiendo 3 a 0. Además de buen juego el equipo demostró carácter para sobreponerse a situaciones complicadas, ya que tuvo que las únicas dos derrotas que recibió fueron consecutivas y muy duras (4 a 1 con Estudiantes y 5 a 1 con Colon).
Finalmente la racha de conquistas concluyó al semestre siguiente con la obtención del Apertura '97, convirtiéndose en tricampeón, y la Supercopa de ese mismo año. El torneo fue mucho más peleado, sumando el millonario apenas un punto más que el subcampeón Boca Juniors (45 y 44 puntos respectivamente). Las bajas fueron Altamirano, Trotta y Pena. Las llegadas más resonantes fueron las de Placente, el paraguayo Sarabia, el retorno de J.J. Borrelli, y los delanteros Sebastián Rambert (llegado directamente de Boca) y Martín Cardetti. La base del equipo se mantuvo inalterada, con la excepción de la consolidación de Burgos en el arco, la explosión definitiva de Salas (goleador del equipo con 10 tantos), y la escaza participación de Enzo Francescoli, que paso gran parte del semestre lesionado. Además contribuyeron con buenas actuaciones Placente, Sarabia, Lombardi, Escudero, Gancedo, Borrelli, Solari, Rambert, Cardetti, Villalba y Medina Bello. Como puntos altos podemos destacar el 5 a 2 a Platense y el 3 a 0 a Independiente.
Paralelamente a la obtención del torneo, se logró ganar por primera vez la Supercopa. Pocos equipos han tenido el privilegio de ganar en un mismo semestre torneo local y copa internacional. River ganó cómodamente su grupo, el que compartía con Racing Club y los brasileros Vasco de Gama y Santos (gran partido el 5 a 1 sobre Vasco en el Monumental). Y luego venció al Atlético Nacional de Medellín de Serna (gol de mitad de cancha de Salas incluido) en Semis y al San Pablo en la final.
De esta manera culminó uno de los períodos más exitosos de la historia del equipo Millonario, logrando afirmar en el Olimpo riverplatense a algunos ídolos, como el caso de Francescoli (que decidió retirarse al finalizar 1997), y consagrar a otros, como el caso de Ortega, Gallardo, Crespo y Salas. Lo más destacable de este plantel es que logró el justo equilibrio entre jogo bonito y resultados, convirtiéndose en un estandarte de buen fútbol. Los amantes del juego todavía lo extrañamos.

sábado, 9 de abril de 2011

Los cambios: lo único estable

And there you're standing,
Saying we have the whole world in our hands,
When all you'll see, 
Deep inside the world's controlling you and me. 

You'll see perpetual change. 
You'll see perpetual change. 

Perpetual Change, Yes, 1970

¿Qué nos pasa al transcurrir el tiempo? A lo largo de nuestra vida, en distintos momentos imaginamos el futuro. Esa imagen que proyectamos va variando de acuerdo al momento en que estemos parados, siendo más realista a medida que pasan los años. Cuando uno es un niño, tiene todo el futuro por delante y le da lugar a la fantasía. Cuando es adulto, ya ha tomado varias decisiones trascendentes que permiten especular sobre los eventos venideros con mayor exactitud, o al menos con mayor grado de realismo (aunque nunca estas especulaciones sean exactas e incluso muchas veces no llegan ni a ser aproximadas).
De pronto nos damos cuenta que la gente que nos rodea y a la cual, en algunos casos, conocemos desde hace años, no es la misma, ha cambiado, y con estos cambios se modifica nuestra relación con dicha gente. Pero la verdadera epifanía se produce cuando, estando dispuestos a proyectar en otro la culpa de estas transformaciones, nos percatamos que nosotros somos un ser humano como cualquier otro y por ende hemos cambiado también.
Así, sin más, lo que antes nos gustaba puede que ahora no tanto, lo que no nos importaba nos importa, lo que no molestaba molesta (y viceversa), lo que antes compartíamos ya no lo hacemos, etc. Por supuesto que esto se da en algunos aspectos, y a lo largo del tiempo. Una persona no va a convertirse en una completa extraña para sí misma (y para el resto), y mucho menos de la noche a la mañana.
Muchas veces se produce una interesante y desconcertante redefinición de prioridades. Estemos o no de acuerdo con su orden, nunca debemos juzgarlas, ya que todos los caminos son validos a la hora de encarar la vida.
Llegado a este punto todos tenemos cosas de que arrepentirnos y otras tantas que nos enorgullecen, algunos extremos se han afilado, y otros redondeado. El contenido de nuestras mochilas puede estar más o menos lleno, y seguramente en constante variación. Aprendemos, olvidamos, recordamos, amamos, reflexionamos, pensamos, nos relacionamos, en definitiva, vivimos y ese acto puramente dinámico es lo que nos hace ser lo que somos, lo que nos termina definiendo. Obviamente esta definición es solo momentánea, una foto entre tantas otras, ya que no sabemos que nos depara el mañana y que nuevas transformaciones nos aguardan.
Podríamos llegar a afirmar que nos encontramos inmersos en una continuidad líquida en la que todo fluctúa y lo único de lo que podemos estar seguros es que mañana difícilmente sea igual que ayer (no podemos pretender que así sea), y que nosotros y quienes nos rodean tampoco habremos de ser los mismos.