sábado, 9 de abril de 2011

Los cambios: lo único estable

And there you're standing,
Saying we have the whole world in our hands,
When all you'll see, 
Deep inside the world's controlling you and me. 

You'll see perpetual change. 
You'll see perpetual change. 

Perpetual Change, Yes, 1970

¿Qué nos pasa al transcurrir el tiempo? A lo largo de nuestra vida, en distintos momentos imaginamos el futuro. Esa imagen que proyectamos va variando de acuerdo al momento en que estemos parados, siendo más realista a medida que pasan los años. Cuando uno es un niño, tiene todo el futuro por delante y le da lugar a la fantasía. Cuando es adulto, ya ha tomado varias decisiones trascendentes que permiten especular sobre los eventos venideros con mayor exactitud, o al menos con mayor grado de realismo (aunque nunca estas especulaciones sean exactas e incluso muchas veces no llegan ni a ser aproximadas).
De pronto nos damos cuenta que la gente que nos rodea y a la cual, en algunos casos, conocemos desde hace años, no es la misma, ha cambiado, y con estos cambios se modifica nuestra relación con dicha gente. Pero la verdadera epifanía se produce cuando, estando dispuestos a proyectar en otro la culpa de estas transformaciones, nos percatamos que nosotros somos un ser humano como cualquier otro y por ende hemos cambiado también.
Así, sin más, lo que antes nos gustaba puede que ahora no tanto, lo que no nos importaba nos importa, lo que no molestaba molesta (y viceversa), lo que antes compartíamos ya no lo hacemos, etc. Por supuesto que esto se da en algunos aspectos, y a lo largo del tiempo. Una persona no va a convertirse en una completa extraña para sí misma (y para el resto), y mucho menos de la noche a la mañana.
Muchas veces se produce una interesante y desconcertante redefinición de prioridades. Estemos o no de acuerdo con su orden, nunca debemos juzgarlas, ya que todos los caminos son validos a la hora de encarar la vida.
Llegado a este punto todos tenemos cosas de que arrepentirnos y otras tantas que nos enorgullecen, algunos extremos se han afilado, y otros redondeado. El contenido de nuestras mochilas puede estar más o menos lleno, y seguramente en constante variación. Aprendemos, olvidamos, recordamos, amamos, reflexionamos, pensamos, nos relacionamos, en definitiva, vivimos y ese acto puramente dinámico es lo que nos hace ser lo que somos, lo que nos termina definiendo. Obviamente esta definición es solo momentánea, una foto entre tantas otras, ya que no sabemos que nos depara el mañana y que nuevas transformaciones nos aguardan.
Podríamos llegar a afirmar que nos encontramos inmersos en una continuidad líquida en la que todo fluctúa y lo único de lo que podemos estar seguros es que mañana difícilmente sea igual que ayer (no podemos pretender que así sea), y que nosotros y quienes nos rodean tampoco habremos de ser los mismos.

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