En la actualidad la industria discográfica sufre una crisis relacionada con la caducidad del soporte físico, siendo los formatos digitales los reyes del momento. Si nos situamos 15 años en el pasado, el CD estaba en pleno auge, y obras de todo tipo y duración veían la luz. 30 años atrás, la estrella era el long play, disco de vinilo de mayor calidad que el CD, pero con limitaciones de espacio (20 minutos por lado aproximadamente).
Alejándonos aún más del presente, y situándonos a mediados de la década del '60, descubriremos que el motor de la industria era el simple (disco de vinilo que contenía una canción de cada lado). Esa era la unidad de venta y promoción de los distintos artistas, siendo el long play un accesorio, destinado a los individuos más fanáticos de cada una de las bandas.
Por esta razón el simple era una parada obligada para cada banda antes y después de sacar un long play. Y aquí llegamos al punto central de discusión. Hay grandes temas de nuestras bandas favoritas de aquella época que fueron editados en un simple y no forman parte de ningún larga duración, limitándose en algunos casos a aparecer en recopilaciones posteriores.
Ejemplos de esta situación hay demasiados, sin embargo, nos vamos a quedar solo con algunos de ellos. Una banda que comenzó a forjar su fama a través de los simples fue The Beatles. Canciones inolvidables como She loves you, I want to hold your hand, We can work it out, y Hey Jude, solo por citar algunos ejemplos, fueron editadas exclusivamente como sencillos. La misma suerte corrieron los temas As tears go by, Jumpin' Jack Flash y Honky tonk women de The Rolling Stones; Substitute, Pictures of Lily, Magic Bus y The Seeker de los ingleses de The Who; y Arnold Layne y See Emily play del Pink Floyd de Syd Barrett. En otros casos las canciones editadas en forma individual luego eran incluidas en algún LP de la banda pero en distinta versión. Tal es el caso de Lola, la gran canción de The Kinks, editada a mediados de 1970, y que formaba parte, con algunas variaciones en su letra, del disco Lola versus Powerman and the Moneygoround, part one.
Al acercarnos a la década del '70, la música se fue haciendo cada vez más compleja, aparecieron las óperas rock, y los discos conceptuales, surgieron bandas (como el caso de Led Zeppelin) a las que el formato simple no les agradaba, todos factores que contribuyeron a que el long play ganará terreno y se convirtiera en el nuevo propulsor de la industria.
Sin embargo, el single nunca fue abandonado del todo. Sigue siendo utilizado como mecanismo de promoción de discos, incluyendo en su lado B rarezas o temas en vivo. Lo que sucedió fue una inversión de prioridades, dejando el simple de ser protagonista para convertirse en un complemento del LP primero y luego del CD. A pesar de haber perdido terreno, aún podemos encontrar ejemplos contemporáneos de obras de gran calidad que solo fueron editas en este formato. Tal es el caso del hit de 1994 de la banda de Brit Pop Oasis, Whatever (recientemente utilizado para una publicidad de la gaseosa cola de etiqueta roja).
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