¡Por fin llegó! Después de 6 años para el olvido, pero que no deben ser olvidados en aras de no repetir errores. River tuvo sus más y sus menos, muchas dificultades, no fue candidato hasta promediar el certamen. Y sin embargo encontró el funcionamiento, la regularidad (sobre todo de local), y tuvo algunos intérpretes destacados que posibilitaron este título, uno más en su vasta vitrina, pero que claramente no es uno más. Así por lo menos lo atestiguan las reacciones de sus protagonistas, el llanto, los festejos, la alegría.
Atrás quedaron 19 fechas en las que se intento jugar bien (aunque en pocas se logró), se luchó, se perseveró, nunca se bajaron los brazos. Humildad y sacrificio parecen ser los nuevos atributos del equipo de Ramón modelo 2014.
¿Las claves del éxito? Arqueros que respondieron siempre (la sobriedad de Barovero, los penales atajados por Chichizola), una defensa sorprendentemente sólida (grandes momentos de Mercado y Maidana, sumados al siempre destacado Balanta, y un Vangioni a puro desborde), juego asociado y toques cortos en el medio, donde están los dos intérpretes más destacados del equipo, Carbonero con su verticalidad y juego ofensivo y el eje del juego, el Lobo Ledesma, en la doble función de recuperador y armador (mención aparte merece el golazo de la ultima fecha para coronar una participación destacadísima), por su parte Lanzini supo ir de menor a mayor destacando por sus asistencias y su gambeta. Quizá el punto más bajo haya sido Rojas, a pesar de su buen pie, le costó acomodarse en el medio. Arriba se recupero la contundencia perdida años atrás, de la mano de un sacrificado Cavenaghi (lejos de su mejor forma física, pero lleno de amor por la camiseta como siempre) y de Teo Gutiérrez, quizá con menos gol pero más peso en el juego.
Tampoco desentonaron los suplentes cuando tuvieron que participar, ya mencioné el caso de Chichizola, pero también es necesario reconocer a Funes Mori, de actuaciones correctas y un providencial gol de la victoria en la Bombonera, a Pezzella, a Augusto Solari, a cuyo nuevo rol de lateral derecho se adaptó a la perfección, Matías Kranevitter, un pichón de Lobo en la mitad de la cancha, y al Keko Villalva, con mucha velocidad y encare. Los puntos más bajos fueron Fabbro (nunca se adaptó a River), Ferreyra, Menseguez y un Ponzio desconocido, que terminó borrado por el DT.
Fue muy importante también la mano del técnico y su ayudante de campo para cambiar a tiempo, después de un inicio de torneo irregular, y haber ganado todos los clásicos.
Ahora el festejo; el festejo como desahogo, como catarsis, portador de oleadas de alivio e ilusiones futuras.
¿Y después? El momento de regocijo en el futbol actual es muy efímero y ya hay que pensar en lo que viene. En quienes se van y quienes llegaran como refuerzos, planificar futuras competiciones, no sin antes tomarse un merecido descanso. Pero lo más importante, institucionalmente River debe volver a ser el club modelo al que una vez aspiro, y cuyo camino abandono hace rato. Habrá que ver si este es un primer paso para recuperar la gloria o solo un oasis en el desierto. Yo como hincha me tengo que jugar por la primera opción.
PD: De yapa y a una semana de la consagración, el Millo también puede festejar la obtención de la Copa Campeonato, disputada ante San Lorenzo.
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