La realidad es aquello que se cuela por las hendijas de
nuestras persianas mientras dormimos. A veces viene a arroparnos, muchas otras
a despertarnos. Nos envuelve, lo cubre todo, en ocasiones nos avasalla y otras
tantas nos da una suave caricia.
Están aquellos que la quieren cambiar o manipular. Los
escuchamos recitarla, algunos de sus relatos ingresan por nuestro oído derecho,
otros por el izquierdo. Elegimos creerlos o no.
La realidad es lo que vemos a diario, en las calles, en los
shoppings, en los barrios pobres, en los ricos, en los cines y en las canchas. Es
el transporte público (o el auto) que nos lleva al trabajo, el barrendero que
nos cruzamos todas las mañanas, es el viejo que canta, y el nene que llora.
Reconocemos la realidad en nuestros seres queridos, en las
risas, los abrazos y los besos. Ella nos excede, existe queramos o no, y sin
embargo una parte es nuestra, somos un poco artífices de la realidad.
Escurridiza y resbalosa, puede llegar a ser cristalina,
depende de nosotros, de todos, encontrar las formas de transparentarla.
Una reflexión simple, sensible pero a la vez de amplio espectro... es lindo leer cosas así en estos tiempos en los que abunda la frialdad y el tecnicismo de todo tipo...
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