De vez en cuando en mundo del
fútbol nos trae malas noticias. Algunas pesan más que otras. Esta semana nos
acercó otra, la renuncia de Pep Guardiola al banco del Barcelona. ¿Por qué la
el hecho de que un DT extranjero abandone un equipo español me puede parecer a mí,
un argentino hincha de River (y por eso sumamente acostumbrado a las malas
nuevas futboleras), una pésima noticia? Justamente eso es lo que voy a tratar
de explicar en unos pocos renglones.
Hay una gran razón para lamentar
el alejamiento del gran Pep del equipo blaugrana: nos demostró a todos (a los
que ya estábamos convencidos y a los otros también) que se pueden obtener
resultados jugando bien y vistoso, que se puede soñar con jugadas extraordinarios,
goles increíbles, toques, toques y más toques. Tranquilo, centrado y siempre
fiel a su idea, dotó al equipo de una identidad futbolística hace tiempo dejada
de lado, y convirtió a su Barcelona en el mejor equipo del mundo durante 4
años.
Se puede alegar que gozó con la
suerte de tener entre sus filas a algunos de los mejores jugadores del mundo.
No hace falta pensar mucho para nombrar a Messi, Iniesta, Xavi, sin embargo,
hay que recordar que todos ellos, si bien experimentados, son producto de la
cantera del Barça. Y no hay que desechar otro argumento, no siempre teniendo
grandes figuras se logra hacerlas jugar como él lo hizo. Recordar lo difícil
que es combinar toque corto, flexibilidad táctica, presión, horizontalidad (en
su justa medida), paciencia y mentalidad ofensiva. Todas características que
hicieron de su equipo uno casi imbatible durante su estadía en el banquillo. Y
no solo conformó a los amantes del juego. Para los defensores de las
estadísticas dejó la siguiente: ganó 13 de los 18 torneos que disputó.
Algún despistado podría argumentar
que tenía el equipo armado. No obstante, no haría más que olvidar que vendió
por razones disciplinarias a cracks de la factura de Deco, Eto'o, Ronaldinho y
Zlatan. ¿Cuántos técnicos lo hubiesen hecho? Eligió refuerzos con criterio,
pensando en función del juego, y no en fichar a la figura del momento. Ejemplos
sobran: Villa, Piqué, Alexis Sánchez, Mascherano y Fabregas, todos grandes
jugadores, pero, salvo Cesc, ninguna gran figura. Y por último, privilegió las inferiores,
Pedro, Busquets, Tello, Cuenca y un largo etcétera.
Por todo esto, los que nos gusta
el buen fútbol no podemos más que estar agradecidos, desearle suerte que sus
futuros proyectos, y esperar que el Barcelona sin Pep siga abogando por la
misma filosofía de juego. ¡Gracias y buena suerte!
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