sábado, 5 de mayo de 2012

Violencia

Hoy presencié como en un ámbito laboral, un jefe le decía a un empleado "estúpido" por lo menos 5 o 6 veces seguidas. No supe la razón, pero creo que ningún hecho de trabajo merece ese tipo de comportamiento.
La violencia hoy en día está enquistada en el seno de nuestra sociedad. Ha dejado hace tiempo de ser patrimonio exclusivo (si es que alguna vez lo fue)de zonas y ámbitos determinados. La podemos sentir en las calles, las canchas, y en un sinnúmero de espacios públicos, en los hogares, en los trabajos, etc. Está presente en casi todas las facetas de nuestra vida. Y lo peor de todo: nos hemos acostumbrado a vivir con ella.
A los sostenedores de postulados del tipo "es la sociedad la que se ha vuelto violenta", hace falta recordarles que dicha entidad está formada por todos nosotros. Parece que es más simple despersonalizar, mirar para otro lado, sin hacernos cargo de los comportamientos violentos que cada uno de nosotros suma al gran total.
Por otro lado, hay que considerar que cuando hablo de violencia, no solo me refiero a la de tipo físico, sino que abarco un gran espectro de comportamientos agresivos que van desde el plano psicológico, económico y sexual, al simbólico o político, entre otros. Son manifestaciones violentas tanto el maltrato de un conyugue hacia el otro (en general, pero no de forma excluyente, se trata del hombre hacia la mujer), como un robo o asesinato, o discriminar, por poner ejemplos disímiles.
Una de las manifestaciones de mayor violencia en estos días, a mi criterio, es la que se da entre las distintas clases sociales, al menos en nuestro país. Por un lado está el resentimiento presente en algunos miembros de las clases más desfavorecidas, que los llevan a odiar a todo aquel que goza de una posición mejor. Por el otro, en las clases alta y media, la discriminación, el ignorar la problemática de los menos agraciados (económica y socialmente hablando), la manera de prejuzgar constante, tildando de delincuente o vago a todo un arco de la sociedad, son las formas de violencia más usuales y repugnantes. De esta manera el pueblo se enfrenta contra el pueblo en una escalada que parece no tener fin.
Pareciera que últimamente cualquier excusa es buena para justificar los impulsos violentos de cada uno. Sin embargo, creo que debemos comenzar a pensar que no podemos seguir viviendo de esta manera. Se puede empezar por lo pequeño, por limitar nuestra agresividad en el hogar, el trabajo, tratar de cambiar nuestras cabezas, ser tolerantes, comprensivos, fomentar nuestra capacidad de ponerse en el lugar del otro. Por supuesto que estos cambios son difíciles de llevar a cabo. No obstante, me pregunto, ¿cómo vamos a poder aspirar a una reconciliación de clases sociales si no podemos ni siquiera empezar el cambio por nosotros mismos?

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