Suele pasarle a aquel que disfruta de la lectura de un libro, tener algún escritor predilecto.
En ciertos casos existen autores que nos atrapan sin efectismo, ni estridencias, solo valiéndose de historias simples (aunque mas no sea en apariencia), aunque recurran en ocasiones a elementos fantásticos. Otros logran captar toda nuestra atención incluso tratando temas que a priori parecieran no interesarnos. Por último, puede darse que determinadas obras nos dejen una grata sensación al terminar de leerlas. Un estado disfrutable que nos sume en un sentimiento que oscila entre la reflexión y el placer.
Por supuesto, son contados con los dedos de una mano los casos en los que estas tres características se dan en forma simultánea. Y justamente es lo que me ocurre cada vez que leo un libro del escritor japonés Haruki Murakami.
Nacido en Kyoto en el año 1949, hijo de dos profesores de literatura, Murakami se ha ido convirtiendo obra tras obra en un autor reconocido mundialmente.
Si hubiera que ubicarlo dentro de algún género (entiéndase esto como un ejercicio realizado para facilitar la comprensión del lector de este artículo), podría decirse que toma elementos del surrealismo, y del realismo mágico (este último elemento lo emparenta fuertemente con Gabriel García Márquez).
Tiene en su haber una gran cantidad de libros, aunque desafortunadamente no todos fueron traducidos al español aún. Los lectores mas ávidos, sin embargo, pueden conseguirlos en inglés.
Los temas más abordados tienen que ver sobre todo con la soledad, la muerte (en sus diferentes aspectos), la vida, por supuesto, el ingreso a la adultez, y la alienación propia de su generación. Abundan en sus textos los personajes de construcción compleja, y las referencias literarias y musicales. Muchos de sus relatos, por otro lado, se encuentran envueltos en un halo de nostalgia que los vuelve sumamente atractivos (al menos desde mi punto de vista).
Criticado en su país de origen por ser demasiado "occidental" (de hecho muchas de sus influencias lo son), desde esta parte del mundo parece que su perspectiva oriental es lo que lo hace especial.
Además de novelas, Haruki ha escrito gran cantidad de cuentos y ensayos que engrosan su obra literaria.
Entre su extensa bibliografía quizá los títulos Kafka en la orilla (2002) o Tokio Blues: Norwegian Wood (1987) sean los más adecuados para comenzar a adentrarse en el mundo Murakami. Entre otras obras recomendables se encuentran After Dark (2004), El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas (1985, con ese título se vuelve irresistible), y el biográfico De qué hablo cuando hablo de correr (2007). Cabe aclarar que esta última no se trata de una obra de ficción.
Espero que esta pequeña entrada haya bastado para lograr que la próxima vez que algún eventual lector quiera comprar un libro, elija uno de Haruki Murakami, seguramente no se va a arrepentir.
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