No me acuerdo cuando fue la
primera vez que escuche un tema de Charly. Era muy chico. En mi casa siempre
hubo dando vueltas algunos cassettes y LP suyos o de Sui Generis. Lo que si me
acuerdo es que tendría diez años cuando me convencí de que García era (y sigue
siendo) un genio. De la mano de un amigo, que ya era fanático en esa época,
empecé a descubrirlo, sobre todo a partir de Sui Generis, como si seguir el
orden cronológico de su carrera me ayudase a entender mejor. Con su época
solista ya estaba familiarizado, y el click definitivo lo hice unos (pocos)
años después al conocer a Serú Girán.
Por supuesto que con el correr de
los años su obra se fue resignificando, al menos para mí, ya que no es lo mismo
escuchar una canción a los diez que a los veinte años. Mas allá de las grandes melodías,
y los estribillos instantáneos, sus letras siempre me parecieron demostrar una
inteligencia singular. Pocos artistas lograron exponer sus demonios, crear
conceptos, y ser cronistas privilegiados de su época como lo fue García. Ha
dejado un sello indeleble, y su influencia se puede rastrear de un sinnúmero de
bandas del rock de acá.
Desde aquellos años en los que
debutó, siendo adolescente, en Sui Generis, banda insignia del segundo ciclo
del rock argentino (ese que vino después de la primera oleada de Almendra, Los
Gatos y Manal), Charly no ha dejado de producir grandes obras. Sus bandas tuvieron vida efímera, menos de
cinco años (con reunión casi treinta años más tarde) para Sui (folk) junto a
Nito Mestre, con un saldo de tres discos de estudio (uno mejor que el otro) y
un triple en vivo; dos años para La Máquina de Hacer Pájaros, su experimento
progresivo, en compañía de Carlos Cutaia, Gustavo Bazterrica, José Luis Fernández
y Omar Moro, dejando como legado dos larga duración bastante subestimados en
esa época; y otros gloriosos cinco años (con regreso una década después) con la
que es para mí una de las mejores agrupaciones de nuestro rock, Serú Girán,
junto a Moro, Lebón y Aznar, componiendo cuatro discos geniales, y editando uno
en vivo (luego vendría otro de estudio y dos vivos más).
Mención especial merece su
carrera solista, cuyo período de mayor esplendor, siempre a mi entender, está
comprendido en el quinquenio 82-87. Aunque García siguió haciendo discos de
elevada calidad durante la década del 90, y entrado el siglo XXI.
A través de su extensa trayectoria,
el hombre del bigote bicolor ha logrado reunir y maravillar a varias
generaciones con su talento. Ver a padres (algunos seguramente ya abuelos)
yendo a recitales con sus hijos, o disfrutando de las mismas canciones es algo
que no tiene precio, y que pocos artistas consiguen. Por esto también merece mi
admiración.
Hace casi un año y medio que
escribo en este blog y aún no le había dedicado ningún post a uno de mis ídolos
en cuanto a música se refiere. Esta entrada intenta reparar ese error. Espero
que también sirva como puerta de ingreso para neófitos.
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