jueves, 14 de junio de 2012

Amando a García


No me acuerdo cuando fue la primera vez que escuche un tema de Charly. Era muy chico. En mi casa siempre hubo dando vueltas algunos cassettes y LP suyos o de Sui Generis. Lo que si me acuerdo es que tendría diez años cuando me convencí de que García era (y sigue siendo) un genio. De la mano de un amigo, que ya era fanático en esa época, empecé a descubrirlo, sobre todo a partir de Sui Generis, como si seguir el orden cronológico de su carrera me ayudase a entender mejor. Con su época solista ya estaba familiarizado, y el click definitivo lo hice unos (pocos) años después al conocer a Serú Girán.
Por supuesto que con el correr de los años su obra se fue resignificando, al menos para mí, ya que no es lo mismo escuchar una canción a los diez que a los veinte años. Mas allá de las grandes melodías, y los estribillos instantáneos, sus letras siempre me parecieron demostrar una inteligencia singular. Pocos artistas lograron exponer sus demonios, crear conceptos, y ser cronistas privilegiados de su época como lo fue García. Ha dejado un sello indeleble, y su influencia se puede rastrear de un sinnúmero de bandas del rock de acá.
Desde aquellos años en los que debutó, siendo adolescente, en Sui Generis, banda insignia del segundo ciclo del rock argentino (ese que vino después de la primera oleada de Almendra, Los Gatos y Manal), Charly no ha dejado de producir grandes obras.  Sus bandas tuvieron vida efímera, menos de cinco años (con reunión casi treinta años más tarde) para Sui (folk) junto a Nito Mestre, con un saldo de tres discos de estudio (uno mejor que el otro) y un triple en vivo; dos años para La Máquina de Hacer Pájaros, su experimento progresivo, en compañía de Carlos Cutaia, Gustavo Bazterrica, José Luis Fernández y Omar Moro, dejando como legado dos larga duración bastante subestimados en esa época; y otros gloriosos cinco años (con regreso una década después) con la que es para mí una de las mejores agrupaciones de nuestro rock, Serú Girán, junto a Moro, Lebón y Aznar, componiendo cuatro discos geniales, y editando uno en vivo (luego vendría otro de estudio y dos vivos más).
Mención especial merece su carrera solista, cuyo período de mayor esplendor, siempre a mi entender, está comprendido en el quinquenio 82-87. Aunque García siguió haciendo discos de elevada calidad durante la década del 90, y entrado el siglo XXI.
A través de su extensa trayectoria, el hombre del bigote bicolor ha logrado reunir y maravillar a varias generaciones con su talento. Ver a padres (algunos seguramente ya abuelos) yendo a recitales con sus hijos, o disfrutando de las mismas canciones es algo que no tiene precio, y que pocos artistas consiguen. Por esto también merece mi admiración.
Hace casi un año y medio que escribo en este blog y aún no le había dedicado ningún post a uno de mis ídolos en cuanto a música se refiere. Esta entrada intenta reparar ese error. Espero que también sirva como puerta de ingreso para neófitos.

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