El jueves y el viernes pasados se dio un hecho infrecuente. Algunos
representantes (si es que les cabe esta aseveración, digamos mejor integrantes)
de la clase media y media alta, salieron a las calles de sus barrios golpeando
sus cacerolas en signo de protesta. No fue una manifestación masiva, ni ocurrió
en todos los barrios. Principalmente abarcó los desfavorecidos barrios
de Recoleta, Belgrano, Palermo, zonas de Caballito, es decir, donde se concentra
la mayor riqueza de la ciudad. Y por supuesto recibió una importante cobertura
mediática. No tiene punto de comparación con lo sucedido más de diez años atrás
en ese aspecto.
En lo que si se parece a lo ocurrido en aquel ¿lejano? 2001
es en las causas de la modesta movilización. Parece ser que estas clases solo
se movilizan cuando les tocan el bolsillo. Ni más ni menos. Corralito alguna
vez, imposibilidad de comprar dólares ahora. Parece que el egoísmo es el principal
motor en nuestro país, llevando a una clase, que ha sido incapaz de reaccionar
cuando la pobreza y el desempleo eran la regla (y aún en muchos estratos lo
son) en tanto y en cuanto sus miembros disfrutaran de crédito barato o tuvieran
la posibilidad de viajar al exterior, a protestar solo cuando se siente tocada.
Clases cómodas, que quieren ser pero no son, que prefieren
ignorar la realidad más cruda en pos de su bienestar. En este punto es
necesario establecer un paralelismo casi obligado con la, también reciente,
protesta del campo en la provincia de Buenos Aires. Campo que se vio favorecido
durante casi los últimos diez años por los altos precios internacionales y la
política cambiaria del gobierno, y no quieren aceptar el aumento de un
irrisorio impuesto inmobiliario. Me pregunto, ¿cómo imaginan estos señores que
la redistribución puede llevarse a cabo, si los que tienen un poco más no
contribuyen para paliar la situación de los más desfavorecidos? ¿por qué es que
nunca escuchamos a representantes del la clase media y alta, tanto citadina
como rural, pedir justicia social? Mi ingenuidad se revela enorme al enunciar
estos interrogantes.
No quisiera concluir sin antes aclarar que lo expresado en
los párrafos precedentes es solo una opinión, y que de ninguna manera estoy en
contra de que cada ciudadano exprese libremente sus reclamos. Por otro lado, en
un contexto de deterioro de la situación económica general, y en el que muchas
de las decisiones tomadas por nuestros gobernantes son sumamente cuestionables,
la protesta es un buen mecanismo para hacerles saber nuestro desacuerdo. Sin
embargo, habiendo tantas cosas que reclamar, que poner sobre el tapete,
nuevamente elegimos la más egoísta.
Yo creo que el tema del cacerolazo no pasa solo por los dólares, sino que eso es un "simbolismo" como diciendo "¿por qué no puedo hacer lo que quiero con mis cosas?". O sea... si yo quiera o no o pueda o no cambiar dólares no es el tema... la cuestión es si pudiera y quisiera, ¿por qué me dicen que no puedo?
ResponderEliminarYo no me quejo de eso, pero digo que creo que de mucha gente debe ir por ese lado. Supongo, jaja.
claro... es tu derecho poder hacerlo por supuesto... pero el punto también es... sólo existe el "derecho a la propiedad privada"?? no hay otros más importantes como "el derecho a la vida"?? entonces... por qué también no se reclama cuando uno no puede salir a la calle por la inseguridad que hay??? por qué no se apoya masivamente a las víctimas de las malas condiciones del transporte público?? por qué no se exige también justicia para delitos sin resolver, que se aclaren los casos de corrupción, etc etc?? qué, eso no nos afecta?? acaso no es más importante??... silencio de radio... optamos por dar la espalda como si estuviéramos al margen...
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