
Como mencioné anteriormente fui a verla. A ver una película que vi miles de veces en VHS, en canal 13, y hasta en DVD (imprescindible para todos los fanáticos el pack que se consigue en las grandes disquerías con las tres pelis).
Fui con mi novia, mi hermano, su novia y un amigo. La ansiedad fue creciendo desde que compre las entradas, más de una semana antes estando de vacaciones, hasta que me senté en la butaca del cine de Belgrano. Creo que la mayoría de los presentes, que abarrotaba la sala del Showcase, sabía que estaban ante una experiencia única. Las luces se apagaron y todos nos dispusimos a volver (una vez mas) junto a Marty a 1955, y regresar.

Cuando la función terminó (realmente se pasó demasiado rápido), me quedé con la sensación de haber redescubierto una gran película, que marcó a varias generaciones, que casi definió los cimientos del resto de las películas de viaje en el tiempo contemporáneas, y que me acompaño toda mi vida. No fue solo Marty el que viajó en el tiempo, sino que todos los presentes en la sala (y en todas en las que se proyectó) viajamos a un pasado no tan lejano (dependiendo de la edad del espectador) en el que vimos por primera vez al DeLorean y soñamos con algún día alcanzar las 88 millas por hora.
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