Hace un mes fui a ver al cine Volver al Futuro. Nunca pensé que iba a tener la posibilidad de verla en este medio, dado que se trata de una película estrenada originalmente en 1985, año de mi nacimiento. El hecho de que fuera el 25 aniversario, de que se haya aprovechado para digitalizarla y reestrenarla en varios países, entre ellos México, y de que a un copado que tiene hace años un blog sobre cine se le ocurriera que valía la pena traerla para estos lares, fue una sucesión de acontecimientos difícil de repetir, que para alegría de muchos hizo posible que los cines estuvieran llenos durante varias semanas para ver el film (superando ampliamente las expectativas y ciertas presiones de las distribuidoras).
Como mencioné anteriormente fui a verla. A ver una película que vi miles de veces en VHS, en canal 13, y hasta en DVD (imprescindible para todos los fanáticos el pack que se consigue en las grandes disquerías con las tres pelis).
Fui con mi novia, mi hermano, su novia y un amigo. La ansiedad fue creciendo desde que compre las entradas, más de una semana antes estando de vacaciones, hasta que me senté en la butaca del cine de Belgrano. Creo que la mayoría de los presentes, que abarrotaba la sala del Showcase, sabía que estaban ante una experiencia única. Las luces se apagaron y todos nos dispusimos a volver (una vez mas) junto a Marty a 1955, y regresar.
Realmente fue como verla por primera vez. Hubo aplausos en varios momentos, hubo nervios, tensión y alivio en otros, hubo risas ante los mismas escenas que vimos cientos de veces, se disfrutó la música, en definitiva una gran experiencia.
Cuando la función terminó (realmente se pasó demasiado rápido), me quedé con la sensación de haber redescubierto una gran película, que marcó a varias generaciones, que casi definió los cimientos del resto de las películas de viaje en el tiempo contemporáneas, y que me acompaño toda mi vida. No fue solo Marty el que viajó en el tiempo, sino que todos los presentes en la sala (y en todas en las que se proyectó) viajamos a un pasado no tan lejano (dependiendo de la edad del espectador) en el que vimos por primera vez al DeLorean y soñamos con algún día alcanzar las 88 millas por hora.
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