En un principio, y como ya he
escrito en otro post, el motor de la industria musical fue el simple. Sin
embargo, con el correr de los años (comenzado en la segunda mitad de la década
del ’60) el LP se fue afianzando como el soporte ideal tanto en términos artísticos
como económicos.
A partir de este fenómeno de
valorización del larga duración por sobre el single es que algunas bandas
comenzaron a darle a sus discos un tratamiento distinto del que le venían
dando. Así, ciertas obras, dejaron de ser una colección de canciones aisladas para
transformarse en un todo. Es a este tipo de obras a las que se conoce como álbumes
conceptuales; es decir, un disco cuyas canciones están atravesadas por una
temática común a todas ellas.
El término Álbum Conceptual
agrupa gran cantidad de obras, bastante diferentes entre sí, y tiene varias aristas,
que van desde unir los temas de un disco en torno a un tema determinado (como
puede ser la ecología, el ideario de una sociedad determinada, o eventos
históricos), contar durante todo el LP la historia de un personaje, o realizar
una ópera rock (por razones de espacio no haré mención a este último tipo de obras,
que merecen un post aparte), entre muchas otras.
Es difícil determinar cuál fue el
primer disco conceptual de una banda de rock, y escapa a las intenciones de
este post. Basta con mencionar algunos larga duración que a mi criterio son
buenos representantes de este tipo de obras.
Muchos reconocen en el gran Sgt.
Pepper’s Lonely Hearts Club Band (1967) de los Beatles uno de los primeros
discos conceptuales. Cabe aclarar que esta no es la principal característica
por la cual el álbum fue (y es) tan venerado. La idea de los Fab Four era inventar
una banda que sea la que se adueñe de todos los temas del LP, como una manera
de poder tomarse ciertas licencias a la hora de experimentar con distintos
sonidos (experimentación que habían comenzado con sus dos discos anteriores)
sin verse limitados por el estilo beatle. El concepto se refleja claramente en
el inicio y el final del disco (con el tema homónimo y su reprise),
pero hay que reconocer que se desdibuja un poco con el correr de las canciones.
Hay dos bandas inglesas a las que
podríamos reconocer como especialistas en lo que a discos conceptuales se trata.
Me refiero a The Who y The Kinks. La primera, antes de editar dos óperas rock,
publicó The Who Sell Out (1967), una obra que estaba concebida como una
transmisión radial pirata, tocando los temas con distintos estilos para que
parezcan interpretados por bandas diferentes y añadiendo típicas publicidades
radiales entre cada uno de ellos. La banda de los hermanos Davies editó gran cantidad de discos
conceptuales, entre ellos The Kinks are the Village Green Preservation Society
(1968), que trata principalmente sobre la vida en la campiña inglesa,
rememorando tiempos pasados; Lola vs Powerman and the Moneygoround, Part one
(1970), que no es más que una visión satírica de la industria musical; y varios
otros como Preservation Act 1 (1973), Preservation Act 2 (1974), Soap Opera
(1975) y School Boys in Disgrace (1976), además de una ópera rock.
Por supuesto no podemos hablar de
este estilo de discos sin hacer una especial mención a Pink Floyd. La banda de
Waters y Gilmour ha dejado para la posteridad obras conceptuales alucinantes.
Desde el clásico de 1973, The Dark Side of the Moon, en el que exploran
distintas facetas de la condición humana (envejecimiento, locura, avaricia,
muerte), y experimentan con distintos sonidos, gracias a la ayuda del gran
técnico de grabación Alan Parsons, hasta The Final Cut (1982, último disco con
Waters en la banda) con su mensaje antibélico a cuestas, todos los discos de
Floyd son conceptuales. Wish you Where Here (1975) es un álbum que se basa en
una seria crítica a la industria musical, a la vez que añora la camaradería
imperante en el pasado en el seno de la banda y recuerda a Syd Barrett. Animals
(1977), intenta retratar a la sociedad inglesa, dividiéndola en distintas
clases sociales, representadas por animales (en obvia alusión al clásico de
Orwell Animal Farm); siendo los cerdos mandatarios, los perros los encargados
de hacer cumplir la ley, y las ovejas el pueblo. Por último, The Wall (1979),
cuenta la historia de Pink, un músico alienado y acechado por los traumas
acumulados en su vida (muerte prematura del padre, sobre protección de la madre,
educación opresiva, fracasos amorosos, etc.), todos los cuales ayudaron a ir
agregando ladrillos en la pared que lo separa del mundo.
Otras obras conceptuales que vale
mencionar son: Tales From Topographic Oceans (1973), de Yes, Thick as a Brick (1972),
de Jetrho Tull, Ziggy Stardust and the Spider from Mars (1972), de David Bowie,
y 2112 (1976), de la banda canadiense Rush.
Por supuesto que estos son solo
ejemplos de todos los discos conceptuales que podemos encontrar. El hecho de
que los mencionados sean principalmente de las décadas del ’60 y ’70, no
implica que no podamos encontrar álbumes conceptuales contemporáneos. Ejemplos
de ellos sobran, me limitaré a nombrar algunos: Metropolis Pt. 2, Scenes from a
Memory (1999) de Dream Theater, narra la historia de un joven que descubre un
crimen en su vida pasada (íntimamente relacionada con la película de 1991 Dead
Again, protagonizada por Kennet Branagh y Emma Thompson); Be (2004) de Pain of
Salvation, trata sobre la existencia de Dios; American Idiot (2004) de Green
Day, que es primordialmente una crítica al estilo de vida americano y a la
administración Bush en particular.
Como ya he mencionado, el tema no
se agota en estas líneas, con lo cual invito al lector a realizar su propia búsqueda
por el vasto mundo de los discos conceptuales.
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