sábado, 19 de noviembre de 2011

Pearl Jam en Argentina


Alrededor de las 19.30 llegue, junto a mi hermano, a las inmediaciones del estadio. No costo demasiado conseguir lugar para estacionar; un par de vueltas y listo, dejamos el auto a solo 6 cuadras. La caminata hacia el estadio suele ser el momento en que se intercambian expectativas sobre el show por venir: ambos coincidíamos en que preferíamos dejar que nos sorprendiera. 
Esta era mi primer visita al Estadio Único de La Plata. Desde un principio me impactó su arquitectura y diseño, que cumplía tanto desde el punto de vista estético como funcional. Aproveché lo metros caminados por Av. 25 para poder apreciarlo bien. 
Siguen roqueando como en sus primeras épocas
Al dar el reloj las 19.45, con puntualidad británica, a pesar de ser oriundos de Los Ángeles, la legendaria banda de punk X salió al escenario para calentar motores. Comenzamos a escucharlos desde afuera, pero pudimos ver la mayor parte del show ya acomodados en nuestros asientos de la fila 22 en la platea sur. 
Los primeros aplausos fervorosos tronaron cuando John Doe (bajista y cantante) presento a un amigo para el último tema, se trataba ni más ni menos que del gran Eddie Vedder, que salió a roquear al ritmo de Devil Doll junto a Exene (cantante), Doe y compañía. 
A las 20.30 el escenario estaba calmo nuevamente y nos mentalizamos para esperar la hora que suponíamos faltaba para el inicio del espectáculo. Por eso nos sorprendimos cuando a las 21.15 las luces se apagaron y los sobrevivientes del grunge aparecieron en escena. Los primeros acordes nos tomaron por asalto, y nos costó identificar el tema, no porque no lo conociéramos, sino porque la elección fue realmente inesperada. Ni el espectador más optimista y amante de Ten (1991) se imaginaba que la apertura del show sería con Release. El despliegue de potencia arrancó en el segundo tema, Go, del segundo álbum de la banda. 
Sin embargo, el primer estallido y gran pogo de la noche se desato con Corduroy (con intro de Interstellar Overdrive incluida). Así es como llegamos al primer pico de emotividad de la noche. La seguidilla Hail Hail, Given to Fly y The Fixer no nos permitió relajarnos, pero si disfrutar al máximo. 
Por suerte para nuestros cuerpos y gargantas, la intensidad bajó unos peldaños con Amongst the Waves e Inmortality, pero solo para volver a tomar impulso con otro de esos temas inolvidables que nos dio el inigualable Ten, Even Flow (segundo pico de emotividad de la noche). 
Para ese momento, aunque ya nos habíamos dado cuenta al sonar el primer acorde del primer tema, ya estaba plenamente justificada la inversión de dinero, el largo viaje a La Plata, y el hecho de saber que íbamos a dormir muy poco esa noche. 
Live at the Gorge, disco en vivo
El tercer gran momento de la noche no se haría esperar demasiado, luego de interpretar You Are, lo alcanzarían con (¡aviso de título largo!) Elderly Woman Behind the Counter in a Small Town, otro de esos grandes temas a los que Pearl Jam nos tiene acostumbrados, de VS (1993), su segunda placa. 
Todavía faltaban varios temas antes del primer intervalo, así se sucedieron el breve pero salvaje Lukin, Unthought Known (uno de mis favoritos de Backspacer, su última producción), el inoxidable Do the Evolution, un acústico Wasted Reprise como preludio a un eléctrico Life Wasted, un contundente Jeremy y Porch. 
La participación del público durante esta primera parte fue muy activa, con pogo, coros, palmas, en definitiva, a lo que estamos acostumbrados en general, pero con un grado de intensidad que hacía tiempo no veía en un show, probablemente inspirado en la entrega que la banda estaba realizando en el escenario. 
El bueno de Eddie no se hizo desear demasiado y volvió solo con su guitarra para interpretar el hermoso Just Breathe. El momento acústico duró lo que un suspiro, y la banda nuevamente al completo arremetió con Garden, y luego con la excelente versión del tema de Wayne Cochran, Last Kiss, que incluyó un buen contrapunto entre la batería de Matt Cameron y las palmas del público. Pasó Supersonic, y llegó el segundo cover de la noche, que para Pearl Jam ya es casi un tema propio. Me refiero a la canción de los Ramones (gran ovación gran) I Believe in Miracles, al cual le siguió State of Love and Trust y el potente Blood. 
Eddie y compañía
Con el pulso acelerado, nuestras gargantas irritadas y la felicidad a flor de piel, aguardamos a que la banda vuelva para los bises finales. Lo cual hicieron con gusto, comenzando con Smile, y siguiendo con otro tema ajeno al que Vedder presentó diciendo que les gustaría tomar prestado una canción de Roger Waters. Difícil describir nuestras sensaciones al escuchar los primeros acordes de Mother, aquella sublime composición de The Wall, pero seguramente eran muy cercanas a la emoción. Cosa que PJ terminó de lograr con Black, para mí el punto culminante del show (cabe aclarar que este tema tiene un significado especial para mí, por ser mi puerta de entrada a Pearl Jam), no solo por tratarse de una de sus mejores obras, sino por la larga coda de coros protagonizada por un público que sinceramente no quería que el espectáculo acabase. 
El principio del fin llegó con Better Man (Vitalogy, 1994), y Why Go, para desatarse definitivamente con el infaltable Alive, el último cover Rockin’ in the Free World (Neil Young) con las luces del estadio prendidas, y el siempre colista Yellow Ledbetter, anunciando sin temor a equívocos el final. El reloj marcaba las 12.15; tres horas de duración, tres horas de felicidad, tres horas que se pasaron demasiado rápido. Solo quedaba emprender la larga vuelta a casa, esta vez con una sonrisa dibujada en nuestras caras. 
Si tuviera que usar solo dos palabras para describir lo que fue la segunda visita del quinteto de Seattle (a bordo del PJ20 Tour) al país, serían INTENSO y EMOTIVO. Un show para disfrutar de principio a fin, que seguramente recordaremos por mucho tiempo, cuyo paso lo volverá mítico. La entrega de la banda en el escenario y su perfecta comunión con el público hicieron de este recital un momento único. Y esto en épocas de jóvenes bandas prefabricadas y viejos edulcorados que parecieran tocar en piloto automático, no es poca cosa.



1 comentario:

  1. Hay relatos cuyas descripciones logran transportarnos y hacernos vivir experiencias desconocidas... Tal es el caso de estas líneas que contagian en una neófita en el tema, como es mi caso, toda la fuerza, entusiasmo y movilización que impregnan aquellas ocasiones tan especiales, como la de disfrutar de una de nuestras bandas musicales favoritas… haciendo propia una frase muy acertada y que comparto 100%: “una perfecta comunión”…

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