jueves, 2 de junio de 2011

Lejos del Olimpo

Estudios recientes han demostrado que a la hora del desahogo escribir es más efectivo que hablar. Quizá sea eso lo que me lleva a garabatear estas líneas.
Desde hace varios años los hinchas de uno de los clubes más grandes del país nos hemos tenido que acostumbrar a cambiar éxitos por fracasos, juego vistoso por supuesta practicidad, contundencia por escasez. El equipo millonario, otrora ganador y respetado (muchas veces temido), hoy difícilmente puede hilvanar una jugada que demande en su construcción mas de dos o tres pases seguidos. La consecuencia: serias dificultades para encontrarse en posición de gol (ni que decir de hacer goles), y problemas con el manejo de la pelota, que se suman a los clásicos errores defensivos. El resultado: River afronta la peor racha de su historia (hablo de los últimos tres años) y está al borde de jugar por primera vez la promoción.
Como si esto fuera poco, en las últimas semanas se sumaron tres hechos que no hacen más que poner piedras en el camino. Una mala racha de Carrizo, que cometió errores en tres partidos consecutivos, dos de los cuales derivaron en pérdida de puntos (no condeno al arquero ya que le debemos más puntos de los que nos hizo perder). Una, como mínimo, inoportuna solicitud de renuncia de Passarella (presidente millonario) hacia Grondona (no porque le falten razones, sino porque es bien conocida la forma de hacer tronar el escarmiento que tiene el "padrino"). Y por último, la derrota en el clásico, con todo su componente emocional.
En este contexto, no sorprende el empate 0 a 0 ante Olimpo (rival directo en la pelea por la promoción). Es más, el equipo de Bahía Blanca mereció mejor suerte. Lo que si llama la atención es la inacción del técnico, que realizo solo un cambio porque Almeyda estaba cansado (ingreso Cirigliano en su lugar) y se guardo los dos restantes, dejando abierto el espacio para especular sobre dos posibles alternativas: o tiró la toalla y se resignó al ver un equipo sin reacción; o el empate lo dejó conforme. Ambas opciones son alarmantes y generan nubarrones en el futuro cercano.
River no tiene mas crédito, debe ganar o ganar las tres últimas fechas, y esperar sendas derrotas de Olimpo y Arsenal.
Lejos de estar esperanzado, las dudas y la incertidumbre son las rectoras en este momento. Quizá mañana todo esto no sea más que una anécdota, como los 18 años que pasaron sin títulos, desde fines de los 50 a mediados de los 70. Sin embargo, este presente no deja de ser doloroso para el verdadero hincha millonario.

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