martes, 17 de mayo de 2011

El Ciclo

Habían pasado tres días desde los acontecimiento que lo llevaron a estar sentado en aquel banco. Si bien aquella serie de sucesos aun vagaba por su cabeza, los recuerdos era difusos y aún trataba de ordenarlos.
Le parecía que tan solo habían transcurrido unas horas desde aquella fiesta de inauguración que decidió dar en su nuevo departamento.
La convocatoria había sido un éxito. Su nuevo y pequeño hogar estaba abarrotado de gente. No faltaron comida, alcohol, ni risas.
Sin embargo, cuando las luces de un nuevo día comenzaron a asomar vio un movimiento extraño en el baño. Dos hombres con la cara cubierta discutían airadamente. Enseguida una sensación de peligro, hacía mucho tiempo olvidada, broto en su interior. Decidido a abandonar la fiesta dio un giro de 180 grados solo para descubrir que junto a la puerta de salida se había apostado otro sujeto de similar vestimenta. El peligro derivo en temor, exteriorizándose en sudor y jadeos. Solo le quedaba una oportunidad, salir por el balcón, lo que implicaba saltar a la calle. Por suerte había comprado un primer piso, pensó horas después estando más tranquilo. Sin dilación corrió hacia su habitación y cerró la puerta con llave. Los invitados lo miraron extrañados, pero la rapidez de los acontecimientos no les dio oportunidad de realizar pregunta alguna. Salió por la puerta balcón y trepo la reja que lo separaba del abismo. Se colgó de la cornisa y se dejo caer. Afortunadamente no tuvo que lamentar heridas graves, excepto una torcedura de tobillo que aun le duele.
Una vez en la calle corrió hacia la esquina, dobló, y se perdió entre la gran cantidad de gente del barrio convocada por el corso de carnaval. Nunca se sintió tan contento de estar en aquel espectáculo al cual, en general, repudiaba. Sin embargo la paranoia iba en aumento, y no dejó ni por un segundo de observar hacia todos lados, preparándose para un ataque que intuía próximo.
Un poco desorientado y con los sentidos agudizados, le basto creer ver a un hombre mirándolo fijamente para retomar la huida. Esta vez atravesó la multitud, bordeo el escenario donde la murga del barrio estaba ejecutando su show y se encontró solo corriendo por una avenida desierta. Al llegar a la plaza Los Alpes se dispuesto a seguir su escape, le llamó la atención un peculiar grupo de personas debatiendo acaloradamente. Reconoció a su padre entre ellos. Se acercó y muy alterado le dijo: "papá me están persiguiendo". La respuesta fue desconcertante: "¿es que no te das cuenta? Cada 40 años vuelve a pasar".
Una bella mujer que observaba la situación a cierta distancia comenzó a acercarse. Al verla su padre dijo: "ahora tenés que decidir". La mujer le tendió la mano, y fue entonces cuando se percato de que debía elegir si la acompañaba o no. Algo dubitativo tomó su mano y la acompañó hasta la iglesia que se encontraba en frente de la plaza. Ingresaron y se sentaron en el último banco. En un gesto casi instintivo descansó su cabeza en el hombro de la misteriosa dama. Se sintió algo mareado y cerró sus ojos.
Lo despertó el frio viento y el piar de las aves. La plaza desierta. Mañana de otoño, tres días después.

1 comentario:

  1. Que copado! una historia con final abierto y de mucho suspenso!!... Mi interpretación es que el protagonista es esquizofrénico y todo es fruto de su imaginación, o tiene temas pendientes a resolver con su progenitor/ familia (por eso las discusiones constantes), la mujer es su salvación y en la religión o lo espiritual encuentra paz...
    Otra alternativa es que se quedó dormido en el banco y fue todo un sueño...
    La última interpretación que se me ocurre, es que el padre estaba muerto y que aunque él intentó huir de la muerte, terminó cayendo en sus brazos (representada por la mujer) ya que en esta oportunidad a él le había llegado la hora.
    Estaría bueno conocer otras interpretaciones alternativas...
    Seguí escribiendo así y publicando, muy bueno!!!

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