miércoles, 4 de mayo de 2011

Una muerte más en nombre de la paz

Y un buen día nos vamos a acostar (o nos levantamos) con el anuncio de Obama sobre la muerte de Osama. La muerte del hombre considerado el mayor responsable de los atentados del 11-S produjo manifestaciones callejeras de alegría en varias ciudades importantes del gran hermano del norte. Sin embargo, este anuncio me genera varias dudas.
En primer lugar, aun no han mostrado el cuerpo, y han trascendido rumores de que supuestamente lo habrían tirado al mar o incluso enterrado. Esto no hace más que sumir en un manto de sospechas al anuncio.
Por otro lado, la organización de la que Bin Laden era cabeza visible, cuenta con una gran estructura descentralizada e importante capacidad logística y de planeamiento. Resulta, cuanto menos, poco probable que cese en su accionar. Es más esperable que genere desde su seno una respuesta a la muerte de su líder. No por nada las recomendaciones de elevar las medidas de seguridad se multiplican entre las embajadas, aeropuertos, etc., estadounidenses y de sus principales aliados.
Es irrisorio o directamente una mentira flagrante afirmar que esta muerte es un paso adelante en la lucha por arribar a la paz mundial, o que se ha hecho justicia. La justicia debe darse en los tribunales, ninguna acción beligerante es justa.
Es, como mínimo, curioso (por no usar otro apelativo) el hecho de que un reciente Nobel de la Paz anuncie una muerte como algo positivo.
Siguiendo con mi línea argumental, ni siquiera podemos estar seguros de que Osama haya sido responsable de los atentados del 11-S. Se han urdido un tendal de teorías conspirativas, muchas de ellas apuntando al autoatentado como manera de encontrar un enemigo que justifique ciertas medidas de seguridad, guerras y propague la paranoia en el país, con la firme creencia de que un pueblo presa del miedo es mas dominable.
No hay que olvidar tampoco, que el surgimiento de líderes negativos como Bin Laden responde a fracturas, tanto geográficas como ideológicas en distintas naciones de Cercano Oriente. Y que muchas veces fueron incentivadas, financiadas y armadas por el propio gobierno norteamericano.
Por ultimo quería destacar el mensaje ambiguo, y el dilema ético que genera ver a la gente manifestando su alegría en las calles de ciudades importantes como Washington o Nueva York. ¿Está bien sentirse feliz por una muerte? No nos corresponde condenarlos, tampoco juzgarlos, ni mucho menos justificarlos. ¿Cómo reaccionaría el pueblo argentino si muere alguno de sus personajes más oscuros y odiados?
Ante estas preguntas, y la correspondiente ausencia de respuestas, la duda sigue siendo mi principal sentimiento con respecto a la muerte anunciada el lunes pasado, y a sus posibles consecuencias alrededor del mundo.

1 comentario:

  1. TOTALMENTE... Y NO NOS OLVIDEMOS DE QUE ELLOS ESTÁN DE CARA A ELECCIONES Y QUE TIENEN QUE DESVIAR LA ATENCIÓN DE LA SENSACIÓN DE BANCARROTA FINANCIERA QUE LE ESTÁN DANDO A SUS ACREEDORES (PRINCIPALMENTE CHINA)

    V

    ResponderEliminar