sábado, 30 de julio de 2011

Escuchando recuerdos

Los sentidos suelen transportarnos a lugares lejanos en distancia y tiempo. A veces no sabemos explicar bien cómo, ni por qué, pero ciertas manifestaciones logran despertar en nosotros esa máquina del tiempo tan humana y caprichosa que llamamos recuerdos.
Así, un aroma particular puede hacernos acordar a esos interminables veranos en la playa, o a aquel gran día en que todo parecía en su lugar; ver una fotografía puede lograr que escapemos por un momento al pasado, rememorando afectos y lugares; pero es el sentido del oído el que logra mejores resultados en lo que respecta a viaje en el tiempo (esto obviamente de acuerdo a mi experiencia y opinión). 
Para todos los que consideramos a la música algo trascendente en nuestras vidas una simple melodía puede significar un escape momentáneo a otra época. Podemos revivir el momento en que la escuchamos por primera vez, una situación que nos marco con dicho tema como telón de fondo, o simplemente hacernos acordar de gente que hemos conocido en el pasado. De esta manera, es lógico suponer que cuantos más años y experiencias vividas tenga uno, mayor será el numero de canciones que logren este efecto (mientras mantengamos la memoria intacta, claro está). Y sumando vivencias y emociones es como vamos configurando la banda sonora de nuestras vidas, siempre al servicio de la nostalgia mas no de la melancolía. Dicho listado no necesariamente se irá completando con nuestras canciones favoritas, sino con las que nos hayan marcado y representen con mayor o menor fidelidad algún momento vivido (o, ¿por qué no?, soñado). 
Por estas razones es que recuerdo como si fuera ayer los largos viajes de vacaciones a la Costa Atlántica, en el viejo Renault 18 Break, cada vez que escucho Imagine de John Lennon o The Club at the End of the Street de Elton John. Asimismo artistas como Ignacio Copani, José Luis Perales o Piero actúan como un pasaje directo a mi infancia, viejos cassettes, algún walkman de una tía y la casa de mi abuela (demás está decir que no comprendía ni por asomo el significado de las letras). Sui Generis, por su parte, trae a mi memoria aquellas noches de verano de una temprana adolescencia que pasábamos junto a un gran amigo en su casa, escuchando, yo cantando, él tocando la guitarra. 
Y si de recuerdos de adolescencia hay que hablar, no pueden faltar El rebelde de La Renga, El Capitán Buscapina de Los Redondos, las salidas al cine y al shopping con los chicos, aquel turbulento año vivido al ritmo de El Soldado (a quien intente compartir con todo el que se me cruzaba) y La Vela Puerca, o esas noches de amigos y pool en Jonte y Lope de Vega en que sonaba asiduamente Contigo pan y cebolla de Pier. En el medio, mi primer recital, Los Caballeros de la Quema en el Gran Rivadavia, aquella temporada en banda, en la que Paisano de Hurlingam y No llores por mí Argentina fueron himnos recurrentes; y aquellas madrugadas de verano en las que no paraba de sonar Honestidad Brutal de Calamaro. 
Hay demasiadas canciones, discos, artistas (la lista abrumaría tanto a quien escribo como al lector) que me traen recuerdos, operan como disparadores, logran que reviva momentos, vea personas y vuelva a lugares que hace mucho quedaron atrás. Algún despistado podría considerar que esta situación no es deseable, ya que implica mirar demasiado hacia otras épocas. Sin embargo, considero que cada uno es dueño de su pasado, y éste no merece ser olvidado. Al contrario, hay que tenerlo presente, para que podamos reír, llorar, aprender de los errores cometidos, y por sobre todas las cosas para no olvidar que hemos vivido, y llevamos sus marcas y cicatrices con dignidad.

1 comentario:

  1. Adhiero a tu perspectiva sobre la influencia de la música en la conformación de nuestro acervo de recuerdos... después de todo escuchar un tema nos ofrece la posibilidad de subirnos a un tren o un avión que nos invita a viajar lejos en tiempo y espacio (Sí! gratis y sin consumir nada jajajajaj).
    Por otro lado, muchas veces sentimos que nos pasa al revés, que una vivencia o una persona nos "estropeó" la belleza de una canción... pero lejos de ser así, esa es parte de la magia de la música, que es como abrir un arcón de tesoros que nunca dejará de deslumbrarnos...

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